sábado, 29 de septiembre de 2012

Angelique! qué ? estás en la peluquería?

Cuando era pequeña de unos... 8 años o más ya no me hacía gracia ir a la escuela y cuando me sentaba en el pupitre dejaba volar la imaginación así y me inventaba un mundo en el que me pasaban aventuras, conocía criaturas mágicas y era una protagonista brillante, lo sabía todo, tenía poderes y podía hablar telepáticamente. A veces de tan real que era ese mundo para mi, no sabía, si lo que me ocurría era, que a veces pensaba en que estaba en una clase con muchos niños y una profesora arrepentida de su vocación, a veces me perdía en el límite de los dos mundos y me quedaba ahí contemplandolo todo, relajada.

Escuchaba el sonido de la voz de un adulto re-explicar teorías y formulas y me aburria,  yo era una superestrella prodigiosa!!! pero mientras yo corría y jugaba por el espacio, mi cuerpo intentaba hacer creer que estaba con todos en clase. Un dia una profesora que tenía de francés, con unos ojos muy bonitos y largas pestañas( es lo único que me acuerdo de ella, fisicamente) me dijo: Angelique! qué estás en la peluquería, te están haciendo hoy la manicura?

Toda la clase se rió de mí pues la verdad me puso en evidencia... no estaba en la peluquería pero tampoco estaba en clase de francés, seguramente la que tenía ganas de ir a la peluquería era ella.

Ese momento en el que todos se reían de mí, duró una eternidad y minutos después decidí prestarle más atención para que no me volviera a dejar en ridículo... pero cual fue mi sorpresa! que cuando dijo autobús en francés, me dolieron los oidos de su horrible pronunciación!!! así que no lo pensé un momento y le dije, que autobús no se pronunciaba así, que lo estaba enseñando muy mal, que se decía así.

Ahora los colores de la profesora surgieron y su mirada parecía fuego! yo la había puesto en evidencia a ella y la había dejado sin palabras, pero no me sentí mejor por ello, sólo llegué a la conclusión, que era mejor seguir en mi mundo que escuchar una señora que no tenía ganas de enseñar ni de aprender, pues ahora que soy adulta o eso parece...los que me dan más lecciones continuamente son los niños.

Los que saben disfrutar de la vida, del momento, los que no se ponen corazas para ocultar sus sentimientos, los que no suelen juzgar por la apariemcia, los que trabajan a diario con el amor.

Ojalá me hubieran entendido o hubieran intentado entenderme, sólo a través del arte, así de fácil, podía estar presente, sólo a través del tacto podía desear estar allí, sólo a través del re-conocimiento podía dejar que me compartieran, sólo a través del amor.

Las cosas han cambiado mucho pero yo me rijo por las mismas pautas y supongo que la mayoría de humanos, ahora si que hay escuelas que respetan al menor.

Pero sigue habiendo una sociedad limitada... y si aunque somos mayores no dejamos de ser niños? seguro los vamos a entender mejor y no vamos a pensar tanto en las espectativas sociales o culturales dejémonos de aparentar y vivamos realmente como los niños en el patio, que es la clase que más les gusta a casi todos!

La libertad!

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